Uriel
Flores Aguayo
@UrielFA
Estamos hablando de conductas
muy comunes en la política mexicana extensivas a la política veracruzana, donde
no se dice lo que se piensa y tampoco se hace lo que se dice. Lo que abundan
son los eufemismos, con sus marcadas excepciones, hasta la saciedad, creando un
ambiente de simulación e inutilidad. Es difícil pensar en una
separación entre la forma de ser en lo privado y su actividad política.
Arrastramos una pesada herencia demagógica cuya solidez y repetición nos
llevará un poco más de tiempo para debilitarla y, eventualmente,
erradicarla. Es
impresionante como pueden hablar hasta en sentidos y grandilocuentes discursos
para decir mentiras y fantasías, para esparcir bolas de humo o palabrería
hueca. La palabra es vital, con voz y gestos, para explicar lo qué pasa y
convencer de las ideas que se porten, para convocar y suscitar respaldos,
cuando son reales, realistas y honestas.
Esta introducción permite
ubicar con claridad los términos en que se desenvuelven los políticos en
esta etapa de Veracruz, especialmente los auto llamados opositores. No
entenderíamos mucho si nos basamos en sus dichos, para ubicarlos hay que acudir
a sus prácticas y a sus expresiones durante varias etapas; de ahí se verá si
son consecuentes y tienen posturas firmes y serias. Esta
forma de ubicar a los políticos es prudente y realista, sin duda será de
utilidad para entenderlos y así saber de sus intenciones, reales o simplemente
figuradas. A fuerza de repetirse la mayoría de los políticos han desgastado y
vaciado de contenido sus mensajes, diciendo ocurrencias y dando prioridad a
frivolidades.
En Veracruz vivimos con una
obvia incertidumbre ante la sistemática oposición del PRI y MORENA a la
propuesta de reestructuración presentada por el Ejecutivo de nuestra Entidad;
sin argumentos o demagógicamente la rechazan en el Congreso; aquí vale la pena
detenerse un momento y enfocar la mirada en esa inflexible postura partidista:
aducen varias cuestiones para votar en contra, como que no hay información
suficiente, que existe opacidad y que algo de lo que resulte como remanente se
utilice en la deuda con Ayuntamientos. Ese es el discurso con el que pretenden
justificar su oposición sistemática. Es de obviedad que tienen derecho a votar
libremente, que pueden seguir consignas partidistas y, que, finalmente, estamos
ante un juego de poder; nada de desgarrarse las vestiduras o fundar
hogueras de la pureza.
El punto es que mienten, que
votan en contra por muy determinados motivos, como no facilitar nada al
Gobernador de la alternancia e intentar debilitarlo. Eluden hablar claro, no le
dicen la verdad a la gente porque sufrirían rechazo. En forma pública MORENA
anticipó su voto en contra, en una postura adelantada, es decir, omitiendo
lecturas y méritos de la propuesta, simplemente ir en contra porque proviene de
un gobierno que no les agrada. Pero no hablan claro, inventan pretextos y caen
en la clásica demagogia que se desliza a la deshonestidad y renuncian a jugar
su papel representativo de los veracruzanos para limitarse a acatar una
agenda partidista. Estamos ante un ejemplo contundente de una conducta
demagógica donde se procede por ciertas razones pero se invocan otras para
justificar la negatividad. Ahí hay deshonestidad consciente, lo que vendría a
cuestionar sus intenciones en todo.
Los legisladores tienen derecho
a votar, juegan un papel; nadie podría asustarse de eso; la cuestión es su
papel de representantes populares y la obligación de rendir cuentas, teniendo
que definirse entre su fidelidad partidista y el interés ciudadano. Diputado
que no consulte a sus representados está desnaturalizando su función y pasando
a jugar un papel secundario. No es fácil pero habría que apelar al voto de
conciencia cuando se les imponen condiciones y exigencias que los alejan de los
ciudadanos de sus distritos y de la entidad veracruzana.
Recadito: Reestructurar deudas económicas y de sueños por una vida
mejor para Veracruz.