Uriel
Flores Aguayo
@UrielFA
Los analistas,
opinadores y cronistas ocasionales siguen, en lo general, sin encontrar las coordenadas y
nuevos referentes de la coyuntura política que trajo la alternancia; omiten los
datos duros de la herencia tricolor y abstraen el desastre que nos trasladaron,
no solo al nuevo gobierno sino a toda la sociedad veracruzana. Despojados
de casi toda objetividad han decretado el fracaso del Gobierno de coalición
desde los primeros treinta o cuarenta días de la administración y, día a día,
exigen los resultados que no se vieron en, al menos, los últimos doce años de
gobierno en Veracruz. Desde luego que están en su derecho de opinar como les
venga en gana, en un acto más militante de causas partidistas que de interés
periodístico. Tampoco se les pide una postura inversa, su opinión debe ser
conocida para los fines informativos que persigan.
Por ser una
sociedad plural, todo un valor democrático a preservar y defender, se debe
trabajar mucho y en forma responsable para informar y contribuir a la
certidumbre social y el fortalecimiento de las instituciones ante la crisis de
gobernabilidad. Finalmente los problemas que padecemos no afectan a los
funcionarios exclusivamente, repercuten en la tranquilidad común. Las posturas
de todo bien o todo mal, maximalistas, solo confunden y nublan el entendimiento, alejando
a la larga a la gente de un ejercicio concreto de participación ciudadana.
Plantear que nada se hace bien o quedarse en el apologismo es realmente intrascendente
y de autoconsumo. Son más
resentidas por el juego democrático las opiniones sistemáticamente
negativas de las fuerzas políticas opositoras, quienes eluden las
responsabilidades democráticas que adquieren al constituirse en partidos
políticos. Es todo un decepcionante espectáculo del oportunismo cuando las
oposiciones emiten casi exclusivamente consignas, ocurrencias y generalidades,
como si hablaran con ciudadanía zombi y no formaran parte del marco institucional que regula a nuestra sociedad.
La ola violenta que
azota a Veracruz, espectacular y atemorizante, es el argumento preferido de
quienes afirman que ya fracasó el Gobierno de la alternancia. Noticiosamente se
suman hechos violentos ocurridos en puntos muy distantes de la geografía veracruzana
para proyectar una imagen de caos e inutilidad gubernamental. La seguridad
ciudadana mejorará sin duda, el porcentaje de efectividad de las autoridades
inicia por una política de cero corrupción, si los jefes no meten la mano al
cajón sus subalternos seguirán su ejemplo. No festinar la violencia ni por
equivocación es un imperativo ético, colaborar con las autoridades rompe
el circuito vicioso de la desconfianza y la desinformación. Por elemental
coherencia humana y credibilidad nadie, sin excepciones, debiera utilizar los
hechos violentos para denostar al gobierno en turno.
La violencia de la
delincuencia organizada no respeta límites territoriales de municipios y
entidades ni tampoco periodos de Gobierno, por eso vemos que se ha
intensificado la guerra del narcotráfico seguramente por el cambio de administración y más por los ritmos que
traen las células delincuenciales en todo el país. Los cárteles del
narcotráfico desafían al Estado mexicano y amenazan nuestra convivencia social;
ante esa amenaza real debemos tener mucho cuidado y proceder con absoluta
responsabilidad. No hay comparación entre las nuevas autoridades y los que se
fueron; tan no la hay que el ex secretario de seguridad se encuentra
recluido en el penal de Pacho, dejando claro que trabajó para su
beneficio personal y en complicidad con la delincuencia. Es condenable el uso partidista o de
amarillismo de los hechos violentos que lastiman gravemente a la sociedad;
viene resultando obsceno el festinar las matanzas solo para afirmar que se
vive lo mismo que el pasado muy reciente.
Recadito: La
partidocracia (toda) ha derivado en un sistema de
franquicias…