Columna:
Fuente Ovejuna
Salvador Cosío Gaona (@salcosga)
Vuelven las redes sociales a detonar escándalo contra Enrique Peña Nieto; Maritza Díaz Hernández, ex del engominado aspirante a la Presidencia de la República, lo acusa de mentiroso y no comprometerse, ni reconocer al hijo que ella asegura procrearon.
Peña Nieto, aceptó públicamente haber engendrado
dos hijos fuera de matrimonio mientras estuvo casado con la finada Mónica
Pretelini, circunstancia que algunos panistas pretenden maliciosamente usar
como uno de los motivos que deterioraron la salud e inclusive le causaran la
muerte a Pretelini.
La baja moral que imputan a Peña Nieto, aunado sus
constantes dislates que aunque no le han restado mucha popularidad, sí lo han
dejado ver como un candidato vulnerable, al que seguirán atacando con más
fuerza, conforme avance la campaña constitucional.
Luego del rompimiento entre el PRI y PANAL, lo que
ha quedado muy claro es que el Revolucionario Institucional ha decidido curarse
en salud, buscando moralizarse, deslindándose de la nefasta Elba Esther
Gordillo Morales, quien fiel a su costumbre, sólo se vende al mejor postor.
La “maestra” con especialidad en prostitución
política, es un lastre que merma la membresía de cualquier instituto político y
aunque su pasado priísta la delata, por ahora para la cúpula tricolor es mejor
mantenerla por lo menos públicamente alejada, aunque no se duda que en lo
privado siga teniendo inmorales encuentros con quien mejor le pague el favor de
sus servicios.
También hay inmoralidad en las izquierdas mexicanas,
que desgastadas y encontradas entre sus propias “tribus” nada le abonan al
“nuevo” discurso de Andrés Manuel López Obrador, para quien algunos sólo ha
aportado novedad de dientes para fuera, por lo que tendrá que demostrar en la
propuesta y el debate, que hay en verdad un cambio no de forma, sino de fondo,
por lo que la izquierda progresista representará una opción real frente a más
de lo mismo que ofrecen los otros partidos.
Inmoral la intestina lucha del desgastado PAN cuyos
precandidatos presidenciales en éste último tramo de precampaña, han decidido
aventarse las “verdades” en la cara, evidenciando su frágil unidad e inevitable
encono personal.
Con tanta inmoralidad, la sociedad ve cómo sus
opciones de gobierno se reducen a una sola propuesta que representa la
esperanza de un futuro mejor, un cambio de fondo y no un cambio de partido en
el gobierno, una transformación real que cumpla con sus expectativas y sentidas
demandas.
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