Dr. Silvino Vergara Nava
“El
fanático llega al estadio envuelto
en
la bandera del club. Nunca viene sólo.
Metido
en la barra brava, peligroso ciempiés,
el
humillado se hace humillante,
y da
miedo el miedoso.
La
omnipotencia del domingo
conjura
la vida obediente del resto de la semana,…
el
empleo sin vocación, o el ningún empleo,
librado
por un día, el fanático tiene mucho que vengar.”
Eduardo
Galeano
Ante los temas actuales del derecho
penal, como son; el terrorismo, la delincuencia organizada, los grupos
delincuenciales transnacionales, la corrupción, las decisiones objetivas de los
jueces, los derechos procesales de los delincuentes y su disminución, la nula
existencia de derechos de las victimas, el derecho penal autoritario o derecho
penal del enemigo, etc., (MUÑOZ Conde,
Francisco, Coordinador, “el derecho
ante la globalización y el terrorismo” Tirant Lo Blanc, Valencia, 2044)
pareciera que uno de los principios básicos del derecho penal ha pasado a
segundo término, a saber: “la ultima ratio del Estado”, (ZAFFARONI, Eugenio,
“Apuntes sobre el pensamiento penal en el Tiempo” Hammurabi. Buenos Aires.
2007) esto es que, teóricamente el derecho penal es la rama del derecho público
que se considera como la última alternativa o medida que tiene el Estado para prohibir
ciertas conductas a su población, pues antes del derecho penal, existe el
derecho civil, o bien, el derecho administrativo sancionador, es decir,
previamente se cuenta con las disposiciones del orden civil que regulan los
contratos, y las regulaciones administrativas que a través de multas y
clausuras –entre otras sanciones leves- (VERGARA, Nava Silvino, Clasificación
de los vicios de fondo y de forma de las autorices fiscales, Escuela Libre de
Derecho de Puebla, Puebla, 2012) se ordena un determinado comportamiento de la
población.
Sin embargo, ahora sucede
que el derecho penal es la primera alternativa para el legislador en todos los
ámbitos, es decir, ante la presencia de cualquier tipo de problema, -desde
luego observados por los medios de comunicación, sobre todo la televisión- sea
grave o no lo sea, lo primero que se piensa, se propone y se formula como
iniciativa de ley es: un nuevo delito, una ley especial que regule una nueva gama
de delitos especiales, imponiéndose sanciones excesivas sobre todo de prisión y
con ello se justifica la intervención del Estado para “resolver” el problema,
cuando al parecer lo que sucede es que al utilizar al derecho penal, simplemente
los problemas se “contienen” pero no se resuelven, (CORREAS, Oscar, Sociología
Jurídica” Fontamara, México) pues bien, ahora, le corresponde intervenir a este
maltrecho derecho penal, en leyes especiales que regulen el comportamiento de
las personas en los campos y estadios de fútbol, como si su misión fuera
tipificar las conductas de los aficionados, que pareciera que, simplemente
acuden a observar y disfrutar un partido de fútbol, en voz del ex futbolista
Jorge Valdano: “No quisiera exagerar, de hecho siempre he creído que el fútbol
es un lugar de recreo y no de reclamo,
pero cultivar mitos, crear mitos, y cuidar ciertos misterios también hacen la
grandeza de este juego” (VALDANO, Jorge, “El miedo escénico y otras hierbas”
Madrid, 2003) Lo cual a decir de Juan Villoro, el simple fútbol fue una semilla
del cambio en México: “El fútbol, puede ser el catalizador de conflictos… el
presidente Miguel de la Madrid, había sido incapaz de enfrentar la contingencia
del terremoto en el Distrito Federal… el pueblo se volcó a las calles y
reordenó las piezas de una ciudad rota… esa misma gente encaro al mandatario en
el Estadio Azteca y lo recibió con una sonora rechifla… ahí nació una sociedad
civil consciente de su poder.” (VILLORO, Juan, “Dios es redondo” Planeta,
México, 2006)
Desde luego que, existen
personas en términos del penalista Alemán E. Mezger, -el autor de las leyes
penales nazis- “desalineados” (MUÑOZ Conde, Francisco, “Edmund Mezger y el
Derecho penal de su tiempo” Tirant lo Blanch, Valencia, 2003) que acuden a los
estadios buscando en la acumulación de personas -y por tanto de pérdida de identidades-
desde: quitar una bolsa o cartera o bien, revender los boletos de entradas con
la complacencia de muchos, y así, no buscar trabajo en la semana que iniciará,
unos -ya más sofisticados- robando vehículos, y otros, con un resentimiento
social buscando violencia, bajo el lema: “no busco quien la hizo, sino quien la
paga”, siendo estos últimos los que ahora se perseguirán por leyes especiales,
que desde luego, el ingresarlos a una prisión, no resolverá el problema, se
incrementara, por lo pronto, con las familias que se quedaran sin uno de sus
miembros, los niños sin quien les provea de sustento, al salir tendrá un
verdadero doctorado –este no es un doctorado Express y de poca calidad, como
los que, tanto abundan en territorio nacional- en crímenes de todo tipo, que
lejos de permitir resolver el problema simplemente se contiene, habrá que
analizar más a fondo la violencia actual “sin razón”, en estos lugares, -así
como en conciertos, ferias, palenques, etc.- si es que, esto se debe a la falta
de oportunidades para todos, a la nula posibilidad de crecimiento y desarrollo
propio de cada sujeto, que en la inmensidad de la indiferencia de un estadio afloran
estos resentimientos sociales, que ha ocasionado un estado neoliberal –que se
dice democrático- en donde estas oportunidades son para las grandes
corporaciones transnacionales, pero los grandes presidios son para la
población, desde luego que, el camino más fácil y espectacular es legislar
leyes penales especiales, lo otro queda a la suerte de cada sujeto.