Dr. Silvino Vergara Nava
“Vamos
a invertir primero en educación, segundo
en
educación, tercero en ecuación. Un pueblo
educado
tiene las mejores opciones en la vida
y
es muy difícil que lo engañen los corruptos y
mentirosos.”
José
Mújica
Cada
que esta en debate en el Congreso de la Unión la ley de ingresos y el presupuesto
de egresos, así como corriendo una nueva crisis económica, como se presenta
actualmente, con el incremento del valor del dólar, la caída de los precios del
petróleo, la dependencia en el envío de dinero de los migrantes, la necesidad
de aumentar las solicitudes de préstamos a los organismos internacionales, se
hacen la pregunta las ciudadanos: ¿Es estrictamente indispensable el pago de
Impuestos?
La
respuesta jurídica, desde luego que es afirmativa, así lo determina la propia
Constitución de los Estados Unidos Mexicanos –artículo 31 fracción IV-, desde
la respuesta oficial sería en el mismo sentido, pero la respuesta sociológica
habría que analizarlo, pues se pagan los impuestos para sufragar el gastó
público, por lo menos esa es la teoría que justifica en México el pago de las
contribuciones, el eterno problema es ¿Para qué es el gasto público?, pareciera
que no queda muy claro, menos aun con los criterios del Poder Judicial, en
donde con mucho cuidado se pueden analizar que la respuesta es un simple formalismo
jurídico: Es gasto público todo lo que determina el presupuesto de egresos, y
¿que dice el presupuesto de egresos?, en realidad muy poco entendible para el
ciudadano cautivo, el que finalmente debe de pagar la deuda de los compromisos
pactados en decisiones que normalmente no son democráticas y si tecnócratas,
basadas en los organismos internacionales empezando con la OCDE, que mas que
consejera de nuestros países de América Latina es el rector de las políticas
publicas.
A
estas deudas permanentes para la población, que se han vuelto impagables, ha
insistido el profesor norte americano N. Chomsky: “La gente de las favelas no pidió prestado ese dinero,
ni lo pidieron los trabajadores rurales. A mi juicio, esa deuda no le
corresponde al 90% de la población brasileña más que a mi vecino de al lado.
Que pague el dinero la gente que lo pidió”. (CHOMSKY, Noam “Cómo Funciona el
Mundo” Katz Editores. Argentina, 2013) Estas deudas se contraen debido a que en
ocasiones se requieren, pero en muchas de las ocasiones desde el propio
préstamo ya están etiquetadas para un fin determinado pero que no se cumple, de
esa forma, a los campesinos no les llegan los apoyos económicos autorizados en
la ley de ingresos, son tan complejos que se quedan en el intento, la
asistencia en salud sólo alcanza a las grandes metrópolis, no a las comunidades
rurales, la educación es pobre y limitada, el promedio en nuestro país es sexto
de primaria, todo ello pareciera una gran invitación a la migración para que estos
con-nacionales sigan apoyando a su nación enviando dinero del extranjero,
porque de los productos alimenticios se encargan las grandes corporaciones transnacionales
y sus frondosas ganancias.
En esta
problemática en donde no existe la claridad suficiente del destino del gasto
público, adicionalmente, no contamos con la efectividad para que el gasto
público efectivamente sea eso: público, es que la respuesta a la pregunta: ¿Es
estrictamente indispensable el pago de Impuestos? Es debatible, pues las
grandes partidas a las instituciones electorales y a los partidos públicos, no
ha representado un Estado más democrático, por el contrario pareciera que las
decisiones son de los pocos y no de todos, esto mismo sucede con el expendió en
el gasto de seguridad publica, que el incremento en ese rubro ha dado como
respuesta más violencia, y menos libertad a los simples ciudadanos, igual ocurre
con el gasto en otros rubros, se extienden los gastos para la implantación de los
juicios orales, e incrementar los tribunales y juzgados, pero no para la
justicia. En palabras del juez de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos Eugenio Zaffaroni, ante esta
problemática que observamos en todo América latina: “la cuestión es cómo
equilibrar el interés por la preservación del medio ambiente y el derecho al
trabajo y el crecimiento económico,… lo que debe dilucidarse en cada caso es si
la explotación económica es racional o depredadora.” (ZAFFARONI, Eugenio Raúl,
“El derecho latinoamericano en la fase superior del colonialismo” Ediciones
Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2015)
En
tanto, todas las cargas de las perdidas le corresponden a los ciudadanos y sus
impuestos, pues de las ganancias se encargan los bancos y las instituciones
financieras mundiales, por ello es que existe cada día más una oposición
permanente a la globalización, y esta se presenta a través del nacionalismo,
como desde 1989 después de la caída del
muro de Berlín lo sintetizaba el profesor Francis Fukuyama: “El nacionalismo ha
sido históricamente una amenaza para el liberalismo en Alemania y lo continua
siendo en algunos lugares aislados de la Europa.” (FUKUYAMA, Francis, “El fin
de la historia”, Chicago, 1989) En conclusión, pareciera que, si es
evidentemente que es estrictamente indispensable el pago de los impuestos, pero
para incrementar la legitimidad del Estado, que bien que hace falta, y es todo
un reto.