Uriel Flores Aguayo
@UrielFA
Dejando pendiente la actualización del concepto de
izquierda, con su esencia pero dinámica, es de obviedad hablar en plural de ellas; nadie debe
con seriedad postularse como el portador exclusivo de esas ideas y posiciones
políticas. Actualmente se debate si el PRD todavía tiene un lugar en el sistema
de partidos mexicanos y sí representa una postura de izquierda. Yo soy de la
idea que si tiene su espacio y que legítimamente puede ostentarse como izquierda,
sin olvidar sus rezagos organizativos y de línea política; al menos en Veracruz,
recuperó parte de su esencia y, ya como parte de la alternancia, puede
reconstruirse y relanzarse.
Hay movimientos y partidos, el segundo supone
estructura, reglas, vida orgánica y conducción colectiva; el PRD debe
reafirmarse como partido político. La lucha por el poder es un proceso
necesariamente gradualista, de
construcción a plazos, de avances regionales y gira sobre visiones duraderas;
no se repetirá el asalto al "palacio de invierno", "al cuartel
de Madera" o al "Moncada"; no hay una tierra prometida que
oculte errores y justifique todos los sacrificios.
Una izquierda democrática tiene diversas voces, no
explica todo con consignas y trasciende el blanco y el negro. No debe tener un
pensamiento único, sin crítica y autocrítica, a riesgo de caer en simplismo y
obviedad es elementales. Si va a elecciones, como partidos, debe ser
profesional y claramente diferenciada de otras posiciones sobre la base de
propuestas y programas. Victimizarnos teniendo jugosas prerrogativas tiene sus
límites y fácilmente cae en la demagogia.
El compromiso democrático debe ser un rasgo indeleble
de las izquierdas, sin ningún titubeo, con su apuesta consecuente con la
legalidad y el rechazo a todo tipo de violencia; si no somos capaces de ganar
en votos la voluntad popular no debemos acariciar intentonas de facto. La
democracia finalmente no tiene adjetivos. El debate sobre su calidad y eficacia
es de otro momento; debe preservarse lo básico. Las izquierdas partidistas no
deben recrear el vetusto y nocivo clientelismo que nos hereda el PRI; el
clientelismo aunque se vista de izquierda clientelismo se queda.
Las izquierdas deben distinguirse por su lucidez, por
sus aportes culturales, por su sentido social, por su compromiso democrático y
por la reivindicación de causas y derechos de mayorías y minorías; no se pueden
dar el lujo de abrazar banderas conservadoras. Si tienen que correrse al centro
político para romper controles autoritarios, como en Veracruz, adelante, son cuestiones tácticas para
transitar a la democracia; bien lo vale la libertad y la justicia.
Las izquierdas son nobleza y sensibilidad por
definición, se suman a causas justas y son portadoras de formas políticas
sencillas; el político de izquierda no viste uniforme pero si se asemeja al
ciudadano común. Hay rasgos que perduran en el tiempo, esencias, pero el
compromiso con la democracia es más reciente y el más difícil de asumir
plenamente. Hay quienes se benefician y forman parte del sistema pero juegan
con un discurso contestatario para agradar al público, para atraer
simpatizantes a partir de consignas y ocurrencias.
Los movimientos de izquierda tienen su espacio, se
respeta; los partidos de izquierda están muy obligados a reflexionar sobre la coyuntura
y su papel en ella, a abrir espacios de debate, a fijar posturas claras y
sistemáticas sobre el contexto social y los gobiernos, a desarrollar niveles
aceptables de institucionalización y conducirse con seriedad. Son colectivos
por definición y los promotores democráticos de ciudadania. No sirve la
simpleza, la ignorancia, la descalificación y la ocurrencia si aspiramos a una
vida pública democrática. La izquierda puede ser muy útil si estudia, es
incluyente, abraza causas y sostiene una línea clara respecto del poder.
Recadito: La dictadura veracruzana termina en
barbarie.