Uriel Flores Aguayo
@UrielFA
El momento público en Veracruz está determinado por la elección
municipal, por la renovación de los doscientos doce Cabildos. Se tiene que
tomar una decisión importante, se trata de las autoridades que, en su
nivel, toman las resoluciones concretas sobre obras y servicios básicos y
manejan los presupuestos; es relevante quien encabece la planilla y pueda
llegar a la presidencia pero también el resto de los ediles en tanto votan y
deciden sobre los asuntos municipales. Ya es una obviedad reconocer la crisis
de los Partidos Políticos, observable muy de cerca en nuestro entorno local: en
general, son membretes de autoconsumo donde decide una o unas
cuantas personas sobre las candidaturas. Hay grados de vacío entre las
organizaciones políticas, desde las que no pasan de un mero registro legal
hasta aquellas que hacen un intento por darse un mínimo de vida orgánica y
cierta deliberación. Sin vida democrática los partidos sólo pueden generar
hechos anti democráticos; hay casos de verdadero abuso de poder y control,
donde los dirigentes reales o formales disponen de las candidaturas con
anacrónico criterio patrimonial.
Obligados a registrarse en algún partido político, muchos
ciudadanos optan por alguna sigla sin diferenciar de nombres, colores y
tendencias; hay de todo, lógicamente, desde los aspirantes de siempre
y los oportunistas de ocasión hasta las personas de buena fe e ilusiones
auténticas. Salvo por su posicionamiento electoral y la buena o mala fama ninguna
sigla partidista es indispensable o exclusiva, quedando como el medio y
plataforma electoral para quienes quieren ocupar un cargo edilicio. Sin
exagerar, sobre todo en los municipios medianos y pequeños, el perfil y la
figura de los candidatos van a determinar en mucho los resultados. Al haber
mayor acercamiento de los suspirantes a los partidos y coaliciones con mejor
posicionamiento de arranque, se dará la impresión de fuerzas imponentes y triunfadoras
sin considerar que, en muchos casos, son las figuras de las personas, en lo
individual, las que aportan el extra para conformar el resultado.
Habiendo campañas en curso es la oportunidad de conocer la
trayectoria, la capacidad y las propuestas de las planillas, especialmente de
quienes las encabezan. En la medida que los votos sean libres y conscientes
tendremos gobiernos municipales honestos y eficaces. Hay que insistir que se
trata de una elección municipal con efectos cotidianos en nuestra vida por
cuatro años. Se respeta la participación de todos, solo se les pide que
trasciendan las ocurrencias y él voluntarismo; hay mucho en juego
como para estancarnos en improvisaciones y la paja. Lo más sano para los
municipios es que haya Cabildos plurales y equilibrados, es la mejor vía para
que no haya excesos y abusos entre las nuevas autoridades. Mucho poder, sin
experiencia, podría derivar en fachadas y caos. Quien quede deberá hacerse
cargo de la práctica de gobiernos austeros, eficaces y transparentes.
El partidismo, esto es, la pretensión de que el discurso de un
partido explica todo y es suficiente para todo, es un grave error; se
debe hacer conciencia de que, respetando su existencia y la
opción de cada quien, los partidos son siglas y registros. Agitar superioridad
es algo unilateral, que debe someterse a la prueba de los mecanismos internos y
el ejercicio de gobierno. Procesos como el que se desarrolla actualmente son
una gran oportunidad en los partidos para acreditar visión, sentido
propositivo y contar en sus filas con las personas preparadas para cumplir un
papel decoroso en las tareas de poder municipal; esa posibilidad se limita a
esta elección, sin adelantar repetición de esas cualidades o defectos en las
elecciones futuras.
Es un grave error que los candidatos dediquen parte de su tiempo a
descalificar a sus oponentes, peor todavía si descienden al insulto o realizan
actos circenses. Es algo inútil partir de posturas que planteen que todo está
bien o todo está mal, que no se refieran directamente a los asuntos que
interesan y preocupan a la ciudadanía. Cada partido y sus planillas van a
recibir una parte de los sufragios del porcentaje de participación electoral,
es decir , recibirán un mandato cuya base es relativa; no deben, por tanto,
creer que pueden hacer lo que quieran. En la realidad social y política vota un
porcentaje que oscila entre el treinta y el sesenta por ciento del padrón
electoral, no es lo deseable pero ese es el nivel de nuestra democracia. Hay
amplias capas de la población que no se involucra, que se conforma en el
abstencionismo y es ajena a quienes se postulen, digan lo que sea.
Para avanzar democráticamente, para elegir autoridades serias y
hacer de las elecciones un proceso civilizado, festivo y muy útil, lo mejor es
participar, informarse, escudriñar, defender la libertad de elección y asumir
que estamos dando un mandato, la confianza y el honor a quienes ocuparán los
cargos municipales.
Recadito: La planilla de regidores del PRD en Xalapa, es una caricatura
aderezada de abusos y desprecio a la gente.