Uriel
Flores Aguayo
@UrielFA
Van unos pocos días del
nuevo gobierno en Veracruz, el de la alternancia, y se notan algunos cambios
sin entrar en aspectos mayores como, de buena fe, espera la mayoría de la
sociedad y, con cierta celeridad, algunos grupos ultra críticos. El cambio es
real y será profundo, en algunos casos en lo inmediato, mientras que, en otros,
llevará más tiempo. Hay aspectos y asuntos complejos que llevarán un proceso,
sobre todo lo que quede en esferas autónomas del ejecutivo. Sin embargo, en la
competencia del Ejecutivo ya se notan algunos cambios, simbólicos si se quiere
pero efectivos, en el sentido del deber y el rumbo que deben tomar los asuntos
públicos en Veracruz.
El discurso de toma de
posesión del gobernador Yunes fue tan claro como desacostumbrado, sin
eufemismos y concesiones. Es la ruta a seguir en las políticas de toda la
administración y en la caracterización del Gobierno que encabeza: austero, incluyente,
honesto y cercano a la gente. La ausencia de los gobernadores emanados del PRI
en el acto referido da cuenta de la verdadera actitud del gobierno federal
respecto a Veracruz; finalmente, con Nuño u otro, sólo cumplieron el protocolo
pero reiteran su distancia y desinterés con los graves problemas de Veracruz.
De lo que se ha podido
registrar en las acciones del nuevo gobierno destacan algunas medidas
demandadas por la ciudadanía y que dependían de la voluntad de las autoridades.
Es así que desaparecen los estorbosos retenes policiales que tantos
contratiempos le significaron a los viajeros; dejan de circular las grúas cuya
labor estaba pensada para recaudar; se realizó la evaluación magisterial sin
tener que disponer de quinientos policías que parecían ser parte de un campo de
concentración donde se obligaría a los profesores a presentar exámenes; se puso
en marcha un despliegue de diálogo para evitar los bloqueos a las calles; se
retomó la rectoría plena de la Educación, etcétera.
Hay enormes expectativas en
el nuevo gobierno, incluso un sentido de urgencia en la opinión pública para la
aplicación rápida de la justicia; me parece que, incluso, hay negativos afanes
de venganza. Los críticos de hoy, en su mayoría, fueron aplaudidores de Duarte,
o, mínimo, omisos; nada o muy poco dijeron cuando asesinaban periodistas,
cuando golpeaban a jubilados y maestros, cuando masacraban estudiantes, cuando
ajustaban la Constitución a su antojo, cuando mandaban iniciativas regresivas y
pretendían vender los bienes públicos. La crítica debe ser vista como una
postura normal, aceptada y estimulada; como parte de la normalidad democrática,
integrada a un círculo virtuoso donde se cuestiona, se corrige y se reciben
críticas también.
En asuntos de gobierno no
hay hilo negro por descubrir, tampoco se refunda en lo general; hay urgencia de
cambios, implica funcionarios de cambio, como parte de un proyecto
democratizador. Si es necesario que haya muchos cambios, pequeños y grandes,
inmediatos y de mediano plazo, que se perciban y ejerzan; en la medida que la
gente lo note aprenderá a valorarlo, a cuidarlo y a defenderlo de las
reacciones sectarias e interesadas. A una nueva política, seria y con visión,
corresponde una fuerte sociedad civil que exija y acompañe, dado el caso. Sí
hay que acercarse a los actos del nuevo gobierno, hacerle sentir que es
vigilado y que, en corto plazo, también tendrá que rendir cuentas.
Recadito: Con la poda de “aviadores” la SEV tendrá recursos
para apoyar a las escuelas.