Uriel
Flores Aguayo
@UrielFA
Logramos la alternancia para Veracruz, tan urgente e indispensable. Fue
un proceso de oposición política y maduración ciudadana ante una auténtica
degradación de la vida pública de este tan histórico y entrañable Estado. A
pesar del desorden generalizado y envilecimiento institucional no era
automático el cambio, hubo muchos obstáculos y resistencias poderosas cuasi
crimínales para lograrlo. Dar el paso a lo que puede ser una transición
democrática costó vidas y el arrojo de ciudadanos, líderes y partidos
coaligados. Avanzar electoralmente fue mal visto por los puristas reales y
fingidos que, en nombre de la abstracción, inconscientemente nos querían
condenar al continuismo autoritario.
El resultado electoral determinó todo lo que está pasando ahora y trajo
efectos absolutamente inéditos: fuga del Gobernador, salida del Fiscal,
difusión de datos reales de nuestra economía, protesta de Ediles, Legislatura
revivida, etc.. Apenas perceptible en sus inicios, ahora hasta ruidosamente, se
está viviendo un cambio político que se expresa en mayor participación
ciudadana y en un reacomodo partidista. La alternancia se instaló entre
nosotros y vino para quedarse, logrando una revaloración del sufragio, ubicando
al ciudadano en su fuerza y generando nuevas expresiones sociales.
El desastre que nos hereda la administración Duartista es de efectos
casi incalculables, no solo es asunto de números y pesos, hay otros indicadores
a tomar en cuenta; hay datos que marcan la decadencia institucional,
la ausencia casi total del Estado de Derecho, las limitaciones al ejercicio de
libertades, la precaria seguridad pública o ciudadana, el aumento de la
pobreza, etc.. En ese ambiente de crisis, caos y decadencia se generan muchas
irritaciones pero también enormes expectativas que exigen explicaciones para la
mesura y coherencia para el convencimiento.
Nadie debe obviar el origen de nuestros males, si bien pesa
determinantemente la figura del exgobernador tampoco es como para omitir el
papel de su partido y sus legisladores; lo siguieron y avalaron en sus locuras,
guardaron silencio ante los atropellos que le cometían a periodistas,
jubilados, maestros, jóvenes, etc. Saber qué pasó y quien son los
responsables dará confianza a los esfuerzos del nuevo gobierno y
permitirá que la ciudadanía valore los cambios en su justa dimensión. Ni
permiso para el error ni prisas de ocurrencias.
La gente demandará resultados pronto y será muy exigente con el nuevo
Gobierno. El margen de error es mínimo, una falla vale por tres en una
administración de dos años. La línea es muy clara: gobierno honesto, austero y
cercano a la gente. Habrá que traducirlo en hechos y resultados. Desde el
arranque plena seguridad en los trabajos y logros inmediatos, tiene que
percibirse el cambio hasta en los detalles. En unos días, ya en ejercicio
de Gobierno, no habrá justificación para no hacer todo bien, los recuerdos de
los causantes del desastre se irán borrando y los nuevos serán los responsables
ante la gente.
Como debe haber Gobierno y algunos tienen que dar la cara y ocuparse de
los asuntos públicos, la coalición del rescate de Veracruz, nos convoca a
integrarnos a tareas del Ejecutivo; hay que hacerlo con la convicción de que
somos parte de un cambio, que estamos obligados a aportar un grano de
arena y que impulsaremos la transición democrática. Veracruz tocó fondo, es
tiempo de su despegue con apertura, liderazgo y visión. La voluntad cuenta y es
poderosa pero necesita organización y presencia; con esas bases los ciudadanos
pueden ser protagonistas.
Recadito: Cambio de cancha pero con el mismo espíritu solidario, de
lucha y convicciones.