Uriel Flores Aguayo
Titulo este
artículo con el nombre de Carmen Aristegui, completo en este caso, para
rendir un modesto homenaje a una periodista ejemplar, valiente y digna. No voy
a referirme a la situación que está viviendo, de ello se han encargado
los analistas, la clase política y sus radioescuchas; el consenso de su valor
es muy amplio, tanto que, hasta sus detractores, procuran cuidar sus
comentarios. Espero que muy pronto esté de vuelta en su medio más influyente
que son los noticieros de radio, por ahora la razón, la legitimidad y las
alturas morales están de su lado.
Después de este breve pero
indispensable preámbulo pasó directo al tema que me toca esta semana: PDN
(Partido de la Depresión nacional); ese es el partido dominante en esta
coyuntura de México, como ambiente, como estado de ánimo, como escándalos, como
preparativos electorales, como excesos presidenciales, como hartazgo social,
como crisis política, como crisis económica, etc. Se palpa en el ambiente
confusión, desánimo, incredulidad, impotencia y hasta tristeza. Veo en ese tono
entre gris y negro una tendencia natural hacia las elecciones federales
próximas.
Peña Nieto y su grupo
vinieron a acumular poder, a dejar registro de su presidencia, no traen ningún
proyecto democrático; después de él pretenden colocar a alguien de ese equipo.
Son muchas las muestras, contundentes, de insensibilidad o desprecio a la
gente: padres de los muchachos de Ayotzinapa, Casa Blanca, derroches
insultantes, viajes con la parentela, etc. Uno se cuestiona si no entienden, si
ese es su nivel real, o si lo hacen todo conscientemente, si así conciben su
papel en nuestro país. A un pifia viene otra, dan la impresión de haber
prescindido hasta del maquillaje.
En los tiempos del mayor
autoritarismo, estilo duro y antiguo, se podía conceder a los presidentes
cierta visión, atrasada y oscura pero derivada de alguna idea, de ciertos
conceptos; en el pasado pegaba la influencia de la guerra fría, la falta
casi absoluta de reglas democráticas, el partido de estado, casi único, y la
fusión de lo privado con lo público. La alternancia no trajo grandes cambios,
dejando en Fox la deuda mayor, porque no supo o no quiso romper con las elites
y los grupos de interés, se acobardó y rápidamente se integró al glamour del
sistema; en el caso de Calderón, no hubo sorpresas, él llegó de manera
fraudulenta, utilizando todos los medios para ejercer un rol testimonial e
intrascendente. Ahora no se ve voluntad transformadora, ni en lo político ni en
lo económico; parecen principiantes y de alcances locales.
En la carencia de un
proyecto democrático, con un gobierno de amigos, radica el sustento del
desastre de México. Sin apertura no hay participación ciudadana, sin sufragio
libre no hay legitimidad, sin oposición real y poderes autónomos no hay
contrapesos, sin prensa libre todo se atrofia; el mundo lo ve y desconfía,
descalifica a un gobierno anacrónico, que va a espaldas de sus jóvenes y capas
sociales más informadas. Sin credibilidad no hay inversiones, mejora en las
relaciones internacionales y aportes positivos al menos en el continente
americano.
México se encuentra
atravesado por la violencia, carcome nuestra tranquilidad, amenazante de la
armonía social y desafiante para mínimos de convivencia y desarrollo. Esa
violencia es poderosa por la impunidad que la alimenta y la complicidad
del sistema en todos los niveles y rincones. Sin bienestar económico y
democracia, ambiente pleno de libertades, no es posible salir de ese hoyo; no
se pueden separar los factores políticos de los económicos, es un sueño
suicida de los tradicionalistas, van juntos, indisolubles, lo que pase con uno
afecta al otro; eso lo hemos visto en todo el mundo.
Por supuesto que el gobierno
goza ante la apatía, la desinformación y el abstencionismo; lo fomenta, vive de
esos fenómenos. No es fácil superar esa sensación depresiva, de impotencia y
derrota; sin embargo, es indispensable impulsar una actitud alerta, resistente
y participativa, de muchas maneras. No tengan duda de que en algún momento,
ahora o en el 2018, los agravios y la energía social contenida explotará;
recuerden acontecimientos recientes en el ámbito electoral en el 88, el 2000 y
el 2006 y los movimientos de estudiantes y maestros en los ámbitos de violencia
y reformas regresivas.
Recadito: Vamos preparando
en el MOPIVER la movilización del primero de mayo.