Uriel Flores
Aguayo
@UrielFA
Ha llegado
el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a una situación límite, en donde debe preguntarse si es
viable, cómo sobrevivirá y el papel que debe jugar en la política nacional y,
en lo particular, en el campo de la izquierda. En forma cruda, creativa y
abierta debe hacer el análisis de rigor para ubicar su momento y plantearse la
perspectiva inmediata y de plazo regular. No debe ni puede utilizar el recurso
de la simulación y la práctica del "gatopardismo", a riesgo de mal
ocupar el tiempo y perderse en una
crisis terminal. Por su origen, por la esperanza que ha representado para
millones de mexicanos, por la memoria de los perredistas que ofrendaron su vida
para lograr un cambio democrático y por el aporte que todavía puede dar en
defensa de los derechos humanos, de la lucha por la igualdad y la
representación realista de causas sociales, el PRD está obligado, es una
responsabilidad mayor, a hacer el intento de renovarse y caminar independientemente
con su propia identidad al lado de la gente, del pueblo y de la ciudadanía que
merece otro país, con progreso, felicidad, inclusión y seguridad.
La firma del
Pacto por México, más por las formas y cortedad democrática, la vida interna tormentosa
que da muy mala imagen, el estilo atrapa todo que tuvo su clímax en Iguala, la
muy limitada vida propia en términos
democráticos que no pudo contrastar y superar al caudillismo, ser modelo
superior, y la desbandada oportunista en las entidades, caso Veracruz con el
PRD-ROJO, vienen derrumbando al PRD como opción política, con serios
descalabros electorales y disminución acelerada de su potencial. Sobre esas
bases debe plantearse una ruta diferente, que consolide pasos de independencia
como el logrado en Veracruz, en las recientes elecciones de Gobernador y
Diputados. Es indispensable que el PRD se cuestione qué es lo que quiere, qué
persigue, porqué lucha y cuáles son sus objetivos. En las respuestas vendrán
las consecuencias de una estrategia de
reconstrucción y de relanzamiento en todos los sentidos. Debe revisar su identidad,
definir si es o no de izquierda y, luego, que tipo de izquierda. Si la
respuesta es afirmativa, deberá abordar su vida interna, deslindándose
categóricamente de la corrupción en su seno, separándose tajantemente del pragmatismo exclusivo y desbordado; si el
propio partido no se respeta, no hay manera de que la sociedad lo respete,
volviéndose motivo de burlas y deslindes; es algo masoquista ver el espectáculo
de quienes atacan a los dirigentes o candidatos para, en unos días, aparecer
dando consejos de disciplina y decencia; no confundir con el debate político,
con la indispensable crítica y la deliberación natural en una fuerza que se
pretende democrática.
El PRD no
debe omitir su papel fundamental en el compromiso social, trabajando de cerca
con las inquietudes y protestas sociales, abriendo las puertas a los jóvenes y
a los colectivos variados, siendo solidarios con las protestas sociales justas
y pacíficas. Debe entenderse que no hay futuro en el auto consumo y el
burocratismo. Se es un partido comprometido hasta las últimas consecuencias,
sin media tintas, o se desintegra en el oportunismo y en la mera actividad
electoral, como un registro más,
que si no se cuida, se pierde. Ser
una fuerza confiable, con autoridad moral, para los ciudadanos. Que nos vean
con respeto, que tengan la garantía de seriedad en sus denuncias, propuestas y
luchas.
En Veracruz
logramos la alternancia, valiosa por si misma pero retadora en todos los
sentidos. En primera hay que darle la dimensión exacta a un cambio de régimen
de casi 90 años, lo cual implica entenderlo en su profundidad y tener la
mentalidad adecuada para enfocarse a tomarlo como el gran principio de una transformación
mayor. El PRD se ganó el derecho a ser parte de un gobierno de coalición pero
no debe fundirse con el aparato público y desintegrarse, sería un error monumental e irreparable; tampoco debe
mandar a perredistas exclusivamente a los puestos públicos, su papel no es de colocación
de empleos, sino del aporte de una visión de sentido social y democrático a través
de sus mejores perfiles; en ese sentido el PRD deberá marcar un línea
distintiva, fina si se quiere, con el Gobierno de la alternancia; ser parte del
Gobierno sin fundirse en él.
Soy un
convencido de que el PRD tiene un lugar en la izquierda mexicana, tan solo bastaría
hacer un contraste con otras expresiones del mismo signo para darse cuenta rápidamente.
Pero no basta lo declarativo y la propaganda, hacen falta definiciones claras y
conductas transparentes; ser una mejor izquierda supone, como mínimo, contar
con una vida orgánica, tener estructura, practicar la democracia, deliberar
colectivamente, ser tolerante, ser incluyente, ser creíble, tener metas
concretas y de evolución gradual, La izquierda democrática y liberal que debe
ser el PRD abraza la construcción ciudadana como la estrategia normal, medible
y sana de acceder al poder, sin asaltos imaginativos a los palacios y el providencialismo. Tal vez en la posibilidad
libertaria con sentido democrático radica la principal diferencia con otras
manifestaciones de izquierda en nuestro país.
Lo obscuro del panorama para el PRD no admite simulación
y oportunismo, al contrario, solo la plena conciencia de esa realidad y la
voluntad de transformarla puede permitirle ocupar un lugar destacado en la vida
pública y aspirar a gobernar desde municipios, pasando por Entidades
federativas y llegando a presidir a nuestro país. La autocrítica debe ser
descarnada pero las medidas de remedio mucho más fuertes; es ahora o nunca, si
no se hace algo de profundidad seremos una fuerza marginal y en progresiva descomposición;
hay muchos antecedentes al respecto; si alguien cree que nunca va a ocurrir,
simplemente que sigan en lo mismo y se esperen un poco para verlo; no habrán
entendido nada. El PRD es factor de transformación social, con todo lo que
supone de programa y fuerza electoral, o no vale la pena.
Recadito: Desde
el PRI pero también desde el PRD, los que atacaban ferozmente a YUNES, ahora
vienen con la cola entre las patas; destaca un personaje cómico conocido como
el "trastupijes"...