Uriel
Flores Aguayo
@UrielFA
El acceso al internet es masivo en México; cada vez se suman en
millones quienes están conectados a las redes virtuales; en casas o en las
oficinas, en los cafés y plazas comerciales, en los parques públicos, en
escuelas y muchos más lugares, tanto con costo como gratuito. Se ha
democratizado el internet de tal manera que es un fenómeno social y revolución
informativa. Hasta en un teléfono celular se tiene en la mano la posibilidad de
estar en contacto con el mundo, recibir datos e interactuar con la gente.
La información es masiva y rápida, en muchos casos en tiempo real, con un
impacto mayor que en los medios impresos y tradicionales que se vuelven lentos
y prescindibles. La crisis de los periódicos tiene que ver fundamentalmente con
la expansión del internet, presente en muchas plataformas. Al no poder competir
con la inmediatez del internet, cierran diarios, despiden trabajadores en
general y extinguen a los entrañables voceadores. Los periodistas mudan a lo
digital y ponen a prueba su incidencia pública.
Tenemos la posibilidad de saber mucho más, siendo cantidad lo que
recibimos; nos informamos y aprendemos, exponemos ideas y ocurrencias, hacemos
denuncias, le hablamos al familiar, al vecino y al amigo a la hora que lo
deseamos. Transmitimos en vivo actos públicos y privados. Vamos tan rápido en
las redes que, de pronto, el mundo virtual se sobrepone al real, haciendo
difícil distinguirlos. Son mayores las virtudes de estar conectados aunque hay
problemas, riesgos y retos. Estamos en un proceso cultural y tecnológico,
aprendiendo a estar en las redes con eficacia y respeto. Es tan fácil decir lo
que se quiera que es difícil resistir la tentación del fatalismo y el insulto,
teniendo un déficit en el diálogo tolerante y positivo.
Las redes reflejan lo que somos como sociedad y personas, muestran
nuestra educación, la cultura tecnológica, la calidad humana, el nivel
democrático y la diversidad de facetas que asumimos como ciudadanos. Hay
quienes hablan de política, otros de religión, alguien más anuncia comercio, los
más charlan con amigos y familia, hay de todo para todos. Vivimos esta época de
la información, vamos muy acelerados por el estímulo científico y
tecnológico pero más por las demandas de comunicación de los niños y jóvenes. A
muchos nos vino encima la revolución del internet, teniendo que apurar el
aprendizaje y la adaptación. De hecho, si estás fuera de las redes desciendes a
una categoría social menor. Ese analfabetismo tecnológico conspira contra los
derechos, las libertades y la democracia. Si no estás informado difícilmente
tendrás opinión, sin está no hay criterio y tampoco una posición clara y firme
sobre los asuntos públicos.
Hay varios problemas en las redes que se tendrán que atender y
superar gradualmente, como la tendencia al insulto anónimo y las posturas de la
llamada posverdad. Esto significa la tendencia al engaño y su reproducción sin
control; en esa posición se anuncian muertes, hechos fantásticos y se afectan
honras. El equilibrio vendrá con el tiempo y el empuje de las nuevas
generaciones hacia la calidad informativa, la verdad y la utilidad positiva del
manejo del internet. En tanto, es un mundo nuevo, de conquista, de ensayo
y error, de excesos y de muchos riesgos que requieren nuestra atención. Esta
modernidad concreta, que nos pone a todos en el mismo nivel, por tanto
democrática, llegó para quedarse y es la ruta cierta del futuro inmediato. Más
nos vale entender estos nuevos códigos de convivencia y redes sociales para
estar dentro del mundo. Lo contrario es la marginación y el aislamiento. Estar
conectados mejora nuestros rasgos humanos y nos plantea el reto de la
creatividad y la honradez; decir algo positivo o no, dar rienda suelta a las
bajas pasiones y perder el tiempo con amarguras es la tendencia de ciertas
corrientes de usuarios. En la balanza sobrevivirá lo más útil y será mayor el
efecto positivo.
Recadito: Un mal ejemplo del uso de las redes lo dan algunas
escorias como "el trastupijes" y el "tolentino"....