Uriel Flores Aguayo
@UrielFA
Nuestro Estado vive una situación
política agitada y compleja, más aún con la licencia de Duarte. La trayectoria
política de Veracruz, siempre gobernada estatalmente por el mismo partido pero
con una oposición creciente desde 1997, había sido estable, sin mayores
sobresaltos y muy gobernable. Desde hace doce años esas condiciones cambiaron,
con elecciones de gobernador muy parejas y el establecimiento de un grupo
hegemónico dentro del partido oficial. Con el ascenso opositor y el desgaste
del PRI sobrevino naturalmente la alternancia.
En este lapso, sobre todo en
los últimos nueve años, se descompuso la política local, con
exclusiones en el oficialismo, cooptaciones y guerra sucia - combinadas- a la oposición.
El predominio avasallante de un grupo género un ambiente enrarecido y
antidemocrático, con poderes públicos sometidos, elecciones de baja calidad,
sociedad con miedo y prensa amordazada. En ese ambiente, mediocre, ha florecido
la corrupción y la delincuencia, teniendo la sociedad que pagar un alto costo
en detrimento de sus condiciones de vida y su seguridad.
Veracruz vive cambios políticos
reales, profundos, todavía no comprendidos y asumidos por todos, al menos no
por la clase política. Asistimos a un alternancia en los poderes ejecutivo y
legislativo, hecho absolutamente inédito; suspende el PRI al entonces
gobernador en funciones, también inédito en las filas de ese partido; solicita
licencia Duarte, para "defenderse" de las acusaciones, lo cual no es
tan inédito por el antecedente al menos de Gutiérrez Barrios, pero
si en su temporalidad y circunstancias, cuando le quedan apenas 48 días a
su administración.
Vamos brincando de hechos inéditos a
otros similares en una cadena que parece no se detendrá en la licencia del
gobernador, sino que continuará hasta consecuencias penales en su nivel y en
otros muy próximos a él. Las presiones sociales y políticas continuarán, todo
indica que no hay conformidad con la separación de Duarte, si eso significa
impunidad. Las exigencias ciudadanas han escalado hasta pedir justicia mayor,
lo cual incluye sanciones severas ante el quebranto financiero.
Quede quien sea como gobernador
interino es ya muy poco lo que puede hacer, con el riesgo de empeorar todo;
creo que será una figura decorativa, sin fuerza. La licencia debió presentarse
mucho antes. Ahora lo más prudente sería un acuerdo político entre el sustituto
y el gobernador electo para darnos mínimos de gobernabilidad. En caso contrario
corresponde a la federación intervenir directamente para detener la ola de
inseguridad que nos azota y reconstruir las condiciones financieras que
permitan hacer frente a los reclamos de deudas y compromisos con los más
variados sectores de la población.
De lo inédito que no se agota en la
licencia seguramente pasamos a la realidad nueva, con un gobierno de
alternancia al que le corresponde dirigir a Veracruz desde el próximo primero
de diciembre, con una enorme responsabilidad de por medio. El reto es
mayúsculo, en una coyuntura adversa, con un oficialismo provocador y en casi
generalizado boicot. Serán la fuerza del liderazgo del Lic. Yunes, la
unidad de la coalición que lo respalda, el compromiso constructivo de la
oposición y la indispensable participación y vigilancia ciudadana los factores
que armen un escenario promisorio, mucho mejor, para los veracruzanos.
Recadito: El día veintidós de octubre se celebra el convivio del MOPI por su
aniversario veintisiete.