Silvino Vergara Nava
“Comunicar una verdad por
medio de tantas bocas
es
transformarla en la verdad de todos”.
Juan
Pablo Feinmann
Las
últimas noticias que se han puesto a la luz pública versan sobre las grandes
tragedias que viven los migrantes para intentar el denominado “sueño
norteamericano”, que consiste en llegar al país del norte, concretamente a EEUU,
para contar con un trabajo y un salario pagado por horas y en dólares, que les
permita obtener dinero suficiente para subsistir un determinado tiempo en esa
nación, para posteriormente retornar y enviar permanentemente recursos a las
familias y parientes que se quedaron en las tierras de origen; sin embargo, con
estos trágicos sucesos de las últimas semanas que se han puesto en los medios
de comunicación: asfixiados, ahogados, mutilados, envenenados, etc., intentos
frustrados para pasar la frontera, se pueden deducir dos situaciones diversas.
La primera, de simple sentido común, es la
pregunta: ¿aún existe el sueño norteamericano? Con lo que se ve en las noticias,
pareciera que no; por el contrario, se ha evaporado. Es imposible contar con la
posibilidad de llegar a Norteamérica y contar con un trabajo que permita
mejorar el nivel de vida, por lo menos de los que se quedaron en el país de
origen. Pareciera que pasar la frontera es un caso titánico, superar toda la
serie de problemas y contingencias que se observan en la televisión, se narran
en las estaciones de radio y se leen en los periódicos, y actualmente en los
medios electrónicos; de todo ello, la simple deducción es muy sencilla con
todas estas tragedias: “no intente”, es una situación de vida o muerte, de plena
supervivencia. Pero ¿que estas tragedias no sucedían anteriormente?, ¿por qué
actualmente se ha incrementado este tipo de noticias? De aquí se desprende la
segunda deducción: Esto siempre ha sucedido, todas estas tragedias que ahora
son las columnas principales de los medios de comunicación siempre han
existido, y posiblemente en peores condiciones; sin embargo, hoy se ponen en la
mesa para que a través de los medios de comunicación se pueda disminuir la
migración, que sean los menos los que intenten el sueño norteamericano. Es una
forma de evitar que se tenga la problemática del gran número de personas que se
echan a su suerte para lograr un trabajo que les permita obtener un recurso
económico decoroso.
Tal parece que es una prueba más de la
fuerza de los medios de comunicación, a decir del profesor Feinmann: “Para proyectar una
verdad en una multitud es necesario un Grupo Comunicacional. El Grupo
Comunicacional, el pulpo informativo, tiene miles de voces, miles de «periodistas»
que comunican, que dicen lo que el Grupo les impone decir, lo dicen a través de
miles de canales de emisión, estas emisiones atrapan la subjetividad de los
receptores, la colonizan, la anulan” (Feinmann,
José Pablo, “Filosofía política del poder mediático”, Planeta, Buenos Aires,
2013). Esto es lo que está
sucediendo con las noticias actuales, la voz es unánime: “no intente usted
traspasar los muros de EEUU”. Desde luego que no se dice expresamente en lo
medios de comunicación, simplemente se reduce a narrar lo que está sucediendo:
muertes por todas las ciudades fronterizas y tragedias familiares, con lo que
dejan en el pensamiento de cada uno, en el subconsciente, que se trata de una tarea
casi imposible de cumplir. Una muestra de lo que hacen los medios de comulación
monopolizados con la población. Esto no significa que no suceda, pero el
hacerlo en estos tiempos con tanta insistencia es claramente parte de las
políticas públicas norteamericanas para que disminuyan, por los menos, los
intentos de traspasar las fronteras por los migrantes. A decir del profesor
Zaffaroni respecto a esas políticas norteamericanas: “Desde fines de los años
setenta del siglo pasado se abandonó el New Deal y el Welfare State y se montó
un aparato represivo monstruoso, que tiene por objeto controlar a su población
de negros y latinos y frenar la inmigración del sur, que intenta desplazarse
impulsada por la necesidad” (Zaffaroni, Eugenio Raúl. “El derecho latinoamericano
en la fase superior del colonialismo”, Madres de la Plaza de Mayo, Buenos
Aires, Argentina, 2015).
El problema es que si sostenemos que se ha terminado el sueño
norteamericano —para los que consideran que ha existido alguna vez— en las
poblaciones, regiones y naciones —que no es únicamente México, sino, por lo
menos, en todos los países de Centroamérica—, para las personas que prueban su
suerte al pasar las fronteras debido a las pocas esperanzas que tienen en sus
países, ya no hablemos de contar con un trabajo, sino simplemente de
supervivencia, ya que los grupos criminales mandan, los gobiernos locales no
gobiernan, la población se desplaza a otras regiones, a decir del profesor
Bauman: “De personas que buscan refugiarse de la brutalidad de las guerras y
los despotismos, o del salvajismo de una existencia hambrienta y sin futuro,
llamando a las puertas de otras personas” (Bauman, Zygmunt, “Extraños llamando
a la puerta”, Paidós, España, 2016). Es evidente que no hay esperanza alguna más
que en denominado sueño norteamericano. Lo único que prueba esta trágica
situación es que el modelo actual económico, político y jurídico está rebasado,
se encuentra caduco, no puede permitirse tantas desigualdades; es indudable que
se debe modificar para evitar ese sueño norteamericano que en el fondo no es un
sueño a la migración, pues nadie quiere salir de su entorno, es una esperanza simplemente
de mayor igualdad que hay que buscar por doquier.