viernes, 1 de septiembre de 2017

VIOLENCIA: CONDICIÓN HUMANA Y ESTRUCTURA SOCIAL


Uriel Flores Aguayo
 @UrielFA


Decir que es mal de muchos, casi toda América Latina, no es consuelo pero sirve para darle un contexto y comprender más al fenómeno crónico de la violencia que nos azota en México. Los rasgos del fenómeno son comunes, más o menos, con las lógicas diferencias que les determina la geografía, la historia, su Estado de Derecho, su exclusión social y, en buena medida, la participación ciudadana. Hay un severo desafío a la convivencia social y a las normas legales, con una tendencia abrumadora al paralelismo entre los poderes formales y los fácticos. El origen reciente de la violencia mayor se localiza en el narcotráfico, con otras actividades de relativo peso, como son el tráfico de armas y de gente, así como la extorsión y el robo de combustible, entre tantas acciones delincuenciales que cuestionan nuestra seguridad y la función y eficacia del Estado. 

La convivencia social no es fácil de por sí, somos susceptibles al conflicto, cuestionamos en la práctica a la legalidad y los valores. De la nada surgen hechos de violencia entre la gente y existen sectores inclinados a la delincuencia común. La violencia de género no se limita en frontera alguna, se manifiesta en todas partes sin obviar condición social. Es grave. Los involucrados en ilícitos cada vez son más jóvenes, dispuestos a todo en afanes del dinero fácil. Ellos y varios de los que están atrapados en la pobreza han acumulado suficiente resentimiento social como para justificar fechorías y hacerse justicia en propia mano.

Lo que vemos en México se observa en toda América Latina, con excepción de Costa Rica y Uruguay; hay tráfico de drogas, robos callejeros y de alto impacto, secuestros, extorsiones, enfrentamientos armados y zonas controladas por poderes fácticos. La diferencia de México es nuestra vecindad con los Estados Unidos y él poderío de fuego y económico de los Cárteles que ponen en verdaderos aprietos al Estado Mexicano, desafiando, incluso, a las fuerzas armadas y adoptando formas terroristas; desde luego también la impunidad establecida en nuestro sistema de justicia. Si alguien piensa que Veracruz o Xalapa, están mal, debería informarse respecto a la problemática de violencia en cualquier ciudad media de centro y sur de América. Sin contexto internacional se puede llegar a creer que los mexicanos somos malos o que tenemos mala suerte. 

Hay una relativa incomprensión social del fenómeno de la violencia, reaccionamos con miedo y omisión, pretendiendo que sean los Gobiernos quienes resuelvan todo, sin advertir que de pequeñas ilegalidades, pasito a pasito, se construye la losa gigante que termina por aplastarnos a todos. Buena parte de los medios, ahora mucho en Veracruz, adoptan un manejo frívolo de la información de la violencia, la sacan de contexto, le dan lugar prominente y presentan imágenes explícitas; no comprenden el tamaño y lo nocivo que significa estar dominados por grupos mafiosos. Deben ser críticos, sin duda, sin perder de vista el periodo tan corto que lleva la actual Administración Estatal, que sin suficientes recursos tiene que reconstruir a sus fuerzas policiales. Si los mandos sirven a la sociedad y disminuye la impunidad, pronto mejoran las condiciones de seguridad; sin perder de vista que, en lo fundamental, estamos ante un problema que rebasa a la Entidad e, incluso, a nuestro país. Las bandas armadas no se fijan mucho en siglas partidistas de quienes gobiernan ni se sujetan a periodos determinados. No por amarillismo y grilla vayan a terminar haciendo apología del delito. 

Recadito: Mientras no digan los comos y no presenten una estructura considerable no pasarán del rollo.