Uriel
Flores Aguayo
Por imperativo legal pero sobre todo por
convicción democrática hice la presentación de mi segundo informe de
actividades legislativas en estos días; se trató de un acto sencillo pero muy
representativo, austero pero sustancioso. La invitación fue amplia y plural,
tanto de políticos como de ciudadanos en general. Destaco la presencia de la
diputada Aleida Alavez, vicepresidenta de la mesa directiva de la Cámara de
Diputados, quien me hizo el honor de acompañarme y clausurar el acto con un
mensaje. El informe se entrega en un folleto, es formal, contiene datos y se
pone a consideración de sus lectores, además se difunde por los medios más
variados; por fallas de imprenta el documento vino incompleto, faltándole
cuatro hojas en la parte de las obras y el presupuesto; espero corregirlo a
tiempo.
En un acto breve, conciso, con sólo dos
intervenciones, pude exponer mis argumentos sobre la labor que realizo:
asistencias, sentido del voto, comisiones, iniciativas de ley, gestiones, etc.
No es para nada ocioso o trivial hacer un informe, rendir cuentas, si se trata
en efecto de informar. Es una obligación democrática poner sobre la mesa, para
el escrutinio más exigente, las actividades realizadas. Sobre todo en el caso
de los representantes populares, por definición ultra obligados a informar y
consultar a sus representados; más aún cuando vivimos tiempos de crisis
política, de alejamiento abismal entre los ciudadanos y sus diputados. El
chiste no es hacer un numerito de autoconsumo y de protagonismo injustificado,
para eso ya hay antecedentes de autorepresentación.
En particular me interesa dejar muy claras las
motivaciones del sentido de mis votos, especialmente lo referente a las
reformas constitucionales (estructurales). Provengo de una votación contundente
para la coalición de izquierda del 2012, casi ochenta mil votos -un
45%- , 481 de 486 casillas y una distancia enorme respecto al
segundo y tercer lugar; ese resultado incluye al ahora presidente Peña Nieto,
sin ninguna casilla a su favor. Esa ola, producto de muchos factores pero real,
es una orientación y un mandato para mi comportamiento legislativo, no me
puedo abstraer; desde luego que, además, hice las consultas requeridas con
grupos, sectores y personalidades de nuestra sociedad. En ese sentido, mi
voto en contra de dichas reformas tienen ese sustento, hacer lo contrario
hubiera sido una traición al mandato referido.
La reforma educativa se ha confirmado como una
medida laboral, la reforma política sigue siendo de autoconsumo y superficial,
la reforma fiscal es un golpe a la economía en general y a los pequeños y
medianos empresarios, mientras que la reforma energética va sin rumbo y cada
vez más es una amenaza para la estabilidad de nuestro país. Era hasta elemental
prever ese tipo de consecuencias, dictadas por afanes de dinero y como facturas
de las extensas y caras campañas electorales del grupo en el poder.
Punto aparte es la gestión de recursos para
Xalapa, donde he tenido la oportunidad de incidir con cantidades relevantes que
se traducen en obras sociales: pavimentaciones, electrificaciones, áreas
deportivas, centros culturales, escuelas, escalinatas, etc. Esa labor es de lo
más gratificante porque beneficia en forma directa y concreta a amplios grupos
vecinales y a la ciudadanía en general. Burocratismos aparte, esos recursos se
han orientado a zonas marginales prioritariamente, donde pasarían 20 o más años
antes de que les hicieran alguna obra de urbanización.
Con mi trabajo se derrumban algunos mitos: no hay
pleito con las autoridades, tengo una relación de respeto, ser de oposición no
aleja recursos -al contrario-, mantengo contacto y comunicación permanente con
la ciudadanía. Lo cortés no quita lo valiente. Respeto y tengo un trato cordial
con el gobernador del estado pero no tengo que pedirle permiso para nada, esa
es la virtud de que los xalapeños hayan votado por la oposición, de izquierda
en mi caso. Mi gestión es democrática, no partidista. Por supuesto que no
todo es color de rosa, autoridades de todos los niveles tienen un trato frío y
distante hacia mi, algunas veces haciéndome sentir que soy incómodo
y una especie de "pelo en la sopa" en los esquemas del sistema. Eso
no me preocupa, es reflejo de un atraso político, de limitaciones en una cultura
democrática. Lo que me interesa, sobre todo, es la opinión ciudadana, a la que
nos debemos y es nuestro sustento.
Estoy convencido de que a Xalapa, le conviene
mucho seguir votando por la oposición, doy fe de esa corrección; que tiene
sentido para tener representante de verdad, independiente y accesible . Tener a
alguien de oposición corresponde al tipo de sociedad que somos. Tendría lógica
y es una forma de canalizar inquietudes y posturas de amplios sectores y
expresiones sociales de nuestro municipio: profesores, estudiantes,
comerciantes, jubilados , etc. Ojala suba la participación electoral prevista,
sea una elección libre, haya buenas campañas, intensas y de ideas, contemos con
candidatos (as) de prestigio y capaces y se respete el voto. Para empezar
debemos rechazar la inequidad, la demagogia y el aprovechamiento de
la pobreza de muchos xalapeños.
Recadito: Sigo en el grupo legislativo
del PRD hasta concluir periodo.